LA DICHA DEL ENCUENTRO (Taller de meditación)              

La dicha del encuentro de dos cauces de agua, que vienen de distintos nacimientos, y confluyendo en un punto, comprueban… que nunca fueron dos.

Porque somos lo más valioso que tenemos, me complace compartir con mis hermanos esta vibrante dicha de encontrarse a sí mismo. Esto no quiere decir que tienes que estar solo, encerrarte en una cueva muy profunda y no salir hasta la iluminación. Hay una vía mucho más rápida y amena de encontrarte contigo mismo, precisamente a través de encontrarte con otros, pues el Ser es la identidad eterna de todos, que trasciende cuerpo y mente.

Así como en el principio de los tiempos empezamos a jugar a ser dos, y llevamos el juego a cauces peligrosos, ahora propongo empezar a jugar a dejar de ser dos. Siendo “Uno” con todo lo que es, se elimina cualquier aislamiento o exclusión. Te libras de todo conflicto perteneciente al tiempo y la separación. Y ¿Qué mejor que descubrir tu propia divinidad en el otro? Dos personas de acuerdo, pueden ser como dos polos energéticos abriendo el portal del cielo. Para encontrar al Ser eterno que comparten solo tienen que descartar todo lo que no comparten, que siempre es temporal. Por supuesto, eso conlleva deshacerse de muchas defensas innecesarias, y puede que no podamos hacerlo de un salto, pero se puede ir pidiendo y dando permiso en cada paso. Este juego de espejos no dejará de divertirnos, porque el encuentro de la dicha solo puede darse a través de la dicha. Paso a paso puedes ver que lo que descartas nunca valió la pena. Y será fácil que te encuentres riéndote de cosas que durante mucho tiempo consideraste sacrificios necesarios.

Si buscamos la libertad del Ser, no podemos usar estructuras de aprendizaje. Tenemos que ser libres desde el principio. El Ser es vivaz, su poderosa inocencia camina sobre el filo de la navaja. Improvisando en el más absoluto presente, el único momento que existe, todo lo que necesitemos en nuestro aprendizaje aparecerá.

El medio y el fin es la Presencia. No hay dicha que no surja de la paz que compartimos en la quietud y el silencio. ¿Qué mejor que despedirse del ruidoso conflicto, danzando con la armonía de una apasionada melodía?

Aquí somos todos aprendices y maestros. Desechando diferencias entre iguales, como uno solo, vamos descubriendo lo que es imposible no saber, aunque lo habíamos negado. Por intrincada que parezca la confusión, la paz, el amor y la dicha, conforman, sin duda alguna, las cualidades eternas del Ser. Y como el primer paso es necesario para dar el último, cualquiera que sea el paso en el que estés, eres bienvenido a este grupo de meditación que ahora nace, y probablemente nunca muera.